sábado, 8 de agosto de 2009
Utopía y desencanto
CLAUDIO MAGRIS
Utopía y desencanto
“El final y el principio del milenio necesitan utopía unida al desencanto. El destino de cada hombre, y de la misma historia, se parece al de Moisés, que no alcanzó la tierra prometida, pero no dejó de caminar en dirección a ella. Utopía significa no rendirse a las cosas tal como son y luchar por las cosas tal como debieran ser; saber que al mundo, como dice un verso de Brecht, le hace buena falta que lo cambien y lo rediman. El despertar religioso, que sin embargo tan a menudo degenera en fundamentalismos, cumple la gran función de avivar el sentido del más allá, de recordar que la historia profana de lo que sucede se intersecciona continuamente con la historia sagrada, con el grito de las víctimas que piden otra historia y que, en el día del juicio, presentarán a Dios y al Espíritu del mundo el libro de cuentas y los llamarán a que les den razón del matadero universal” (Claudio Magris, Utopía y desencanto).
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