sábado, 8 de agosto de 2009
Depresiones
¡Buen día! Una de las enfermedades más frecuentes en nuestros días es la depresión. Lo estamos notando mucho en estos tiempos difíciles que nos tocan vivir en Argentina. Pero el fenómeno va más allá de los problemas económicos y de las inseguridades materiales que nos aquejan.
De hecho el mismo fenómeno está haciendo estragos en países altamente desarrollados y entre personas de buen pasar.
Se vienen haciendo muchos estudios sobre el problema. Hace un tiempo la revista “Personalidad y psicología social”, de los EE.UU publicó un estudio demostrando que una de las principales causas de la depresión debe encontrarse en “la falta de capacidad normal para distraerse uno mismo de los pensamientos depresivos que todos tenemos cada tanto”.
Todos, en efecto, tenemos tiempos más o menos cortos de depresión, y el ser humano dispone de mecanismos suficientes para lograr superarla. Cuando esos mecanismos fallan o no actúan suficientemente, el individuo se siente arrastrado por pensamientos negativos, viéndolo todo negro, sin esperanzas y muchas veces con ganas de morir. “La dificultad en personas deprimidas reside en que meditan sobre sus pensamientos negativos, lo que suscita un estado de ánimo peor y a su vez genera pensamientos más negativos”, comenta Richard Venzlaff, psicólogo de la Universidad de Texas, responsable de la publicación del texto.
En realidad, las conclusiones del estudio no son en sí mismas nada nuevas. Su mayor mérito consiste en haber llegado a las ya conocidas conclusiones mediante experiencias concretas, estudiadas científicamente. El trabajo permite, por un lado, conocer mejor los caminos que puede transitar la depresión, y por otro recurrir a nuevas técnicas terapéuticas que posibiliten su curación.
Algo que el estudio no dice es que muchas depresiones aparecen por una especie de “nostalgia de Dios”, ese Dios olvidado que no ocupa en la vida el lugar que se merece. Pero como tampoco Dios ocupa mucho lugar en las investigaciones psicológicas, no debe extrañarnos que brille para su ausencia también en sus conclusiones.
Prescindir de Dios en la psicología es olvidar que la dimensión religiosa es esencial al ser humano. Y lo es incluso en quienes creen no creer....
¡Hasta mañana!
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