martes, 2 de junio de 2009
Solidaridad
¡Buen día! ¿Somos solidarios los argentinos? En estos últimos años, diversas estadísticas realizadas en bastante rigor nos hablan de una presencia solidaria cada vez mayor. Se habla de un 20 por ciento de argentinos comprometidos habitualmente en tareas solidarias.
Decimos habitualmente, porque el porcentaje llega a triplicarse cuando sucede algún desastre en el país, requiriendo ayuda humanitaria. Son muchos menos en cambio los que responden a catástrofes padecidas en otras latitudes.
Estuve leyendo un editorial de “Criterio”, una revista que mantiene siempre su jerarquía y que por lo mismo recomiendo.
Bajo el título de “Tramas solidarias”, sus autores sostienen que “la observación y el conocimiento práctico nos permiten a firmar que un alto porcentaje de la población argentina brinda respuestas solidarias de diverso tipo. Muchas de las instituciones que se ubican en el “tercer sector” -la mayoría de ellas religiosas- y que adquieren cada vez mayor protagonismo social, responden a una finalidad de promoción humana directa o indirecta con sectores diferentes: discapacitados, enfermos de sida, drogadictos, desocupados, mujeres maltratadas, niños de la calle, ancianos, jóvenes en riesgo.
Constatamos con alegría que la organización civil de la sociedad va formando tramas solidarias desde lugares y por motivaciones muy distintos, y nos conmovemos frente a las necesidades crecientes de personas -prójimos- que no alcanzan niveles dignos de vida...”
La nota editorial recordaba que hay muchas formas de vivir solidariamente. Algunas son “impuestas” a través de leyes que obligan a las constribuciones impositivas, pero hay otras que son expresiones espontáneas. Y aclara:
“La solidaridad no significa exclusivamente ayuda económica. Podemos ser solidarios compartiendo nuestro tiempo, nuestros saberes, nuestras búsquedas. Se trata de una disposición imprescindible en las comunidades científicas, culturales, académicas, profesionales...”
En definitiva, el acto solidario es una expresión concreta del amor al prójimo. ¿Y quién es mi prójimo? La parábola del buen samaritano lo dice todo.
¡Hasta mañana!
P. José Ceschi
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