lunes, 29 de junio de 2009

Nuestro Mate ...

Una leyenda guaraní cuenta que "una tribu nómade, momentaneamente detenida en las sierras donde nace el río Tabay, decidió seguir viaje, quedando en el lugar un viejo indio, sin ánimo ya para continuar. Su hija Yarii se quedó a acompañarlo. Una tarde el viejo recibió la visita de un desconocido, a quien el color de su piel y la ropa denunciaban como extranjero. En homenaje al huesped, el indio asó un acutí y un tambú de abundante carne y muy ponderada.
Ante tales muestras de hospitalidad y afecto, el visitante, que no era otro que Tupá (Dios del Bien), premió a sus anfitriones haciendo brotar una planta de la Tierra, para que pudieran agasajar a sus invitados cuando quisiesen y, al mismo tiempo, distraer las solitarias horas de su refugio. Así mismo, Tupá nombró a Yarii diosa protectora de esa planta."
De esta manera refiere el mito al orígen de la "Caá-Mate", la yerba mate (ilex paraguariensis) de nuestros días. "Caá", del guaraní, significa hierba, y "Mate", que proviene del quechua "Mati", significa calabaza pequeña para beber.
La tierra del mate se sitúa en el Cono Sur americano, fundamentalmente en Argentina, sur de Brasil, sur de Chile, Paraguay y Uruguay.



Oración para ser como el mate

Señor, Dios, Padre de los humildes de corazón,
Concédeme ser simple como el mate.
Dame un corazón pobre...
Un corazón que ayude a crecer,
que comparta,
que comprenda y ame...
Un corazón sencillo como el del mate.

Señor, vos que me metiste en el "gran lío"
de acompañar a los jóvenes en el camino,
no permitas que sea uno de esos que siempre andan llenos de respuestas
a preguntas que los jóvenes nunca les hicieron...

Que mi corazón esté siempre vacío, siempre con ganas de aprender,
corazón de calabaza que sabe y conoce su pobreza,
corazón de mate que acompaña las veladas nocturnas,
los fogones de los jóvenes y sus búsquedas.

Señor, haceme una de esas personas
que cuestionan, que ayudan a los otros a descubrir
contemplativamente la realidad y a comprometerse con ella...
Haceme, más que promotor, testigo...
Así, como el mate, que acompañe discretamente la vida de los jóvenes
que me has confiado, para que al final del camino,
cuando vos me llames,
te pueda presentar mis manos vacías y un corazón lleno de nombres...
Los nombres de los chicos y chicas que vos me has dado.

Amén.

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