martes, 23 de junio de 2009
Esperanza y juventud
¡Buen día! Que un anciano hable de esperanza a la juventud es ya una buena señal. Pero si ese anciano octogenario es un Papa, tanto mejor.
Con motivo de la XXIV Jornada Mundial de la Juventud 2009, Benedicto XVI publicó un mensaje dirigido a los jóvenes resaltando el valor de la esperanza. Entresaco algunas de sus ideas:
“Verdaderamente, la cuestión de la esperanza está en el centro de nuestra vida de seres humanos y de nuestra misión de cristianos. Todos advertimos la necesidad de esperanza, pero no de cualquier esperanza, sino de una esperanza firme y creíble...
La juventud, en particular, es tiempo de esperanzas, porque mira hacia el futuro con diversas expectativas. Cuando se es joven se alimentan ideales, sueños y proyectos. La juventud es el tiempo en que maduran opciones decisivas para el resto de la vida. Y tal vez por eso es la etapa de la existencia en la que afloran con fuerza las preguntas de fondos: ¿por qué estoy en el mundo? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué será de mi vida? Y también, ¿cómo alcanzar la felicidad? ¿Por qué el sufrimiento, la enfermedad y la muerte? ¿Qué hay más allá de la muerte?...
La experiencia demuestra que las cualidades personales y los bienes materiales no son suficientes para asegurar esa esperanza que el alma humana busca constantemente. Como he escrito en la encíclica (Salvados en la esperanza) “Spe Salvi” , y la política, la ciencia, la técnica, la economía o cualquier otro recurso material por si solos no son suficientes para ofrecer la gran esperanza a la que todos aspiramos. Esta esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por si solos no podemos alcanzar...”
El mensaje papal lleva por título un texto puntual de San Pablo dirigido a su discípulo Timoteo: “Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente” (1 Tim 4,10). Es una comprometida invitación a enterrar ilusiones para cosechar esperanzas. Claro que tiene su precio. Pero la juventud, ya se sabe, ha sido hecha para abrazar los mejores ideales.
¡Hasta mañana!
Padre José Ceschi
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