sábado, 12 de diciembre de 2009

Superticiones

¡Buen día! “La superstición es la religión de las almas débiles”. La idea pertenece a Burke y expresa en dos palabras una vieja realidad que se repite en todas partes: la superstición es una creencia que se relaciona de algún modo con la debilidad humana. Tiene algo de religión, en cuanto se aceptan postulados como dogmas sin discusión, y tiene que ver con la debilidad en cuanto las supersticiones se transforman en refugios (absurdos, pero refugios al fin) de inseguridades profundas que anidan en el corazón del hombre.

Barbey D’Aureville va un poco más allá cuando sostiene que “en todas las almas, hasta en las más grandes, hay débiles zonas escondidas en las que se refugian y arraigan supersticiones”. Aquí no se trata de distinguir entre almas fuertes y débiles, sino de reconocer que es un fenómeno que se da en todos, aun cuando en unos más que en otros.
Una opinión que podrá discutirse, desde luego; pero que merece también ser escuchada. Lo que no puede negarse es que, desde hace varios años, las supersticiones van extendiéndose, con nuevos inventos y nuevas adhesiones. Lo paradójico es que esta expansión supersticiosa coincide con el orgulloso adelanto de la ciencia, que debiera ir desplazando esas formas irracionales —primitivas, diría— de vivir y de pensar.
Y hablando de pensar, en realidad se piensa poco, porque si se lo hiciera más, fácilmente se percibiría la ridiculez de poner, por ejemplo, la confianza en ciertos objetos como una pata de conejo o una herrumbrada herradura. Neimar de Barros, un agudo pensador brasileño, decía que “si una pata de conejo diese suerte, el conejo encontraría zanahoria en cada matorral donde pasara”. Sobre la herradura, Barros es
todavía más cáustico: “Quien pone herraduras detrás de la puerta para tener suerte tiene mentalidad suficiente para usarlas un día en la planta de sus pies”.
¿Y el tema del gato negro? Hay quienes le temen con horror. Pensándolo bien, no faltan motivos en algunos casos. Graham Green comentaba con acierto: “Nunca convencerás a un ratón de que un gato negro trae buena suerte”. Lo cual está muy bien para la realidad y la inteligencia de un ratón...
¡Hasta mañana!

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