martes, 28 de septiembre de 2010
Querido Pinocho,
Tenía siete años cuando leí por primera vez tus Aventuras. No podría decirte cuánto me gustaron ni cuántas veces he vuelto a leerlas desde entonces. La verdad es que en ti, niño, me reconocía a mí mismo; en tu ambiente, mi ambiente.
También yo, al ir y venir de la escuela, me veía enzarzado en "batallas": con bolas de nieve en invierno; a puñetazos y patadas en todas las estaciones del año; unas veces "encajaba"; otras, daba, tratando siempre de equilibrar el "haber" con el "debe" y de no lloriquear en casa, donde, si me hubiera quejado, me habrían quizá dado "el resto".
Y ahora has vuelto. Ya no hablas desde las páginas del libro, sino desde la pantalla de TV. Pero sigues siendo el mismo niño de otro tiempo.
Yo, en cambio, he envejecido. Me encuentro ya, si se puede hablar así, al otro lado de la barricada. Ya no me reconozco en ti, sino en tus consejeros: el maestro Gepeto, Pepe Grillo, el Mirlo, el Papagayo, la Luciérnaga, el Cangrejo, la Marmota.
Yo intento dártelos para tu futuro de muchacho y de joven. ¡Mucho cuidado! ¡Ni se te ocurra tirarme a mí también el martillo, porque no estoy dispuesto a acabar como el pobre Pepe Grillo!
***
En tu viaje hacia la autonomía, chocarás quizá, querido Pinocho, como casi todos los jóvenes entre los 17 y los 20 años, con un difícil escollo: el problema de la fe.
Respirarás, en efecto, objeciones antirreligiosas como se respira el aire, en el colegio, en la fábrica, en el cine, etc. Si tu fe es un montón de buen trigo, vendrá todo un ejército de ratones a tomarlo por asalto. Si es un traje, cien manos tratarán de desgarrártelo. Si es una casa, el pico querrá derribarla piedra a piedra. Tendrás que defenderte: hoy, de la fe sólo se conserva lo que se defiende.
Y ten presente dos cosas..
Primera: toda certeza merece estima, aunque no comparta la evidencia de la matemática. La existencia de Napoleón, César o Carlomagno no goza de la certeza del 2 + 2 = 4, pero no por ello deja de ser cierta con una certeza humana, histórica. Del mismo modo es también cierto que existió Cristo, que los apóstoles lo vieron muerto y luego resucitado.
Segunda cosa: al hombre le es necesario el sentido del misterio. De nada sabemos todo, decía Pascal. Sé muchas cosas de mí mismo, pero no todo. No sé exactamente qué es mi vida, mi inteligencia, el grado de mi salud, etc. ¿Cómo puedo entonces pretender comprender y saber todo de Dios?
Las objeciones más frecuentes que oirás irán dirigidas contra la Iglesia. Podrá quizá ayudarte una anécdota contada por Pitigrilli. En Londres, en Hyde Park, un predicador está hablando al aire libre. De cuando en cuando lo interrumpe un individuo despeinado y sucio. "La Iglesia existe desde hace ya dos mil años - salta de repente el individuo - y el mundo está todavía lleno de ladrones, de adúlteros, de asesinos". "Tiene usted razón - responde el predicador -. Pero hace también dos millones de siglos que existe el agua en el mundo y mire cómo tiene usted el cuello".
En otras palabras: ha habido malos Papas, malos sacerdotes, malos católicos. Pero ¿qué significa eso? ¿Que se ha aplicado el Evangelio? No, todo lo contrario. En esos casos no se ha aplicado el Evangelio.
Pinocho mío, sobre los jóvenes hay dos frases famosas. Te recomiendo la primera, de Lacordaire: "Ten una opinión y hazla valer". La segunda es de Clemenceau, y no te la recomiendo en absoluto: "No tiene ideas, pero las defiende con ardor".
***
¿Puedo volver a David Copperfield? El recuerdo de miss Shepherd se ha alejado de él, desde hace algún tiempo, y David, ahora con 17 años, se vuelve a enamorar. Esta vez adora a la señorita Larkins. Se siente feliz con tal de poder hacerle una reverencia cada día. Sólo encuentra alivio si se pone los mejores trajes y se limpia continuamente los zapatos. Sueña: «¡Ay!, si mañana viniera Larkins padre y me dijera: 'Mi hija me ha contado todo. Toma 20 mil libras esterlinas. Sed felices'». Sueña con su tía, que se emociona y bendice su matrimonio. Pero, mientras él sueña, la chica se casa con un cultivador de lúpulo.
David pasa dos semanas hundido: se quita el anillo, se pone los peores trajes, deja de darse brillantina, no se limpia ya los zapatos.
Más tarde llegó el flechazo de Dora: "Era un ser sobrehumano para mí. Era un hada, una sílfide... no sé qué era... todo lo que nadie ha visto jamás... Quedé engullido por un abismo de amor en un instante... precipitado, de cabeza, antes de haberle dicho una sola palabra".
Son citas transparentes: a través de ellas se vislumbran los problemas del amor y del noviazgo, para el que deberás también prepararte, querido Pinocho.
Sobre este punto, algunos defienden hoy una moral muy permisiva. Pero, aún admitiendo que en el pasado se ha sido un poco demasiado rígido en este tema, los jóvenes no deben aceptar esa permisividad. Su amor debe ser con A mayúscula, hermoso como una flor, precioso como una joya, y no vulgar como un fondo de vaso.
Conviene que acepten imponerse algún sacrificio y mantenerse alejados de personas, lugares y diversiones que les sirvan de ocasión de mal. "No tenéis confianza en mí", dices, "Sí, la tenemos, pero no es desconfianza recordar que todos estamos expuestos a tentaciones. Y sí es, en cambio, amor quitar del camino, al menos, las tentaciones innecesarias".
Mira a los automovilistas: encuentran policías de tránsito, semáforos, pasos peatonales, sentidos únicos, prohibiciones de estacionamiento, cosas todas que, a primera vista, parecen fastidios y límites contra el conductor, cuando en realidad están ahí en su favor, porque lo ayudan a conducir con mayor seguridad.
Y si un día tienes novia - Shepherd o Larkins o Dora -, respétala. Defiéndela de ti mismo. ¿Quieres que se conserve intacta para ti? Muy bien, pero tú consérvate del mismo modo para ella y no hagas caso de ciertos amigos que cuentan sus "hazañas", alardeando y creyéndose "unos machotes" por sus aventuras con mujeres. El verdadero "machote", el hombre fuerte, es el que sabe conquistarse a sí mismo y toma su puesto en las filas de los jóvenes, que son la aristocracia de las almas. Mientras se es novio, el amor debe procurar no tanto el placer sensual cuanto la alegría espiritual y sensible; ha de manifestarse de manera afectuosa, sí, pero correcta y digna.
Consejos parecidos han de impartirse también a la otra parte, con tal que sepa aguantar los "sermones".
"Querida Dora (o señorita Larkins o Shepherd) - le dice su madre -, déjame que te recuerde una ley biológica. La chica, por lo general, tiene mayor dominio de sí que el chico en el aspecto sexual. Si el hombre es más fuerte físicamente, la mujer lo es espiritualmente. Podría casi decirse que Dios decidió hacer depender la bondad de los hombres de la de la mujer. Mañana dependerán un poco de ti el alma de tu marido y las de tus hijos. Hoy, la de tus amigos y la de tu novio. Debes, pues, tener sentido común por dos y saber decir que no en ciertas cosas, incluso cuando todo parecería invitar a decir que sí. El novio mismo, si es bueno, te lo agradecerá en sus mejores momentos y se dirá: 'Mi Dora tiene razón. Tiene una conciencia y la obedece. Mañana me será fiel'. La novia demasiado fácil, en cambio, no ofrece las mismas garantías y corre el riesgo de sembrar desde ahora, con su condescendencia demasiado despreocupada, semillas peligrosas, de las que brotarán en un futuro celos y sospechas por parte del marido".
Aquí paro, Pinocho, pero no me salgas ahora con que no venía a cuento hablar de Dora. Cuando eras niño, tenías al Hada, primero como hermana y luego como madre. Ahora eres adolescente y joven; la única hada que puede hacerte compañía es una novia o una esposa. ¡A no ser que quieras meterte a cura!
¡Pero no te veo la vocación!
Junio 1972
sábado, 25 de septiembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
miércoles, 15 de septiembre de 2010
martes, 14 de septiembre de 2010
Noticias para misioneros
Queridos misioneros:
Estuve en Catamarca y pude encontrarme con el Padre Luis en Los Altos. Nos está esperando y preparando la gente para nuestra última misión en su parroquia. Hablé también con gente de Las Tunas para conseguir la escuela. El P. Luis me dijo que esta vez contratará a los medios de transporte para que no nos fallen. Compré las Biblias del centenario, cinco para cada grupo, es decir 25 en total.
Este material que me parece muy bueno y básico para que cada misionero lo pueda leer para prepararse bien para la misión, una introducción a la Biblia.
IntroduccinalalecturadelaBiblia
Este otro material puede ser utilizado en la formación de los misioneros durante la misión y las lecturas de los Evangelios con las dinámicas se podrían también usar para las reuniones con los hombres.
Taller Biblico 9
Espero que disfruten de la Palabra de Dios en este mes de la Biblia.
P. Eduardo Aguero scj
Estuve en Catamarca y pude encontrarme con el Padre Luis en Los Altos. Nos está esperando y preparando la gente para nuestra última misión en su parroquia. Hablé también con gente de Las Tunas para conseguir la escuela. El P. Luis me dijo que esta vez contratará a los medios de transporte para que no nos fallen. Compré las Biblias del centenario, cinco para cada grupo, es decir 25 en total.
Este material que me parece muy bueno y básico para que cada misionero lo pueda leer para prepararse bien para la misión, una introducción a la Biblia.
IntroduccinalalecturadelaBiblia
Este otro material puede ser utilizado en la formación de los misioneros durante la misión y las lecturas de los Evangelios con las dinámicas se podrían también usar para las reuniones con los hombres.
Taller Biblico 9
Espero que disfruten de la Palabra de Dios en este mes de la Biblia.
P. Eduardo Aguero scj
Una aproximación al arte desde la categoría del «encuentro»
El término “arte” [del latín ars, traducción del griego tékhne] se ha usado a través de la historia para designar cosas muy diversas. Ya entre los griegos era entendido en sentido amplio como aquella forma de saber orientada al hacer, se trataba pues de “saber hacer algo bien” y aquí se incluían cosas tan diversas entre sí como la agricultura y la pintura. Sin embargo, ya desde el mismo Aristóteles se vislumbraba una clara distinción entre las artes que tenían por objeto el responder a necesidades, es decir, la utilidad; y las otras que estaban orientadas simplemente al placer y la belleza. Para el Estagirita estas últimas serían muy superiores y se acercarían más a las ciencias justamente por su carácter libre y no necesario.
Con el tiempo, el término “arte” iría restringiendo su sentido para significar la mayoría de las veces —aunque no siempre— aquel saber hacer orientado al placer y a la belleza, lo que ha venido a llamarse las “bellas artes”. Aún en este uso más restrictivo del término no hay ni asomos de acuerdo entre el sentido e implicancias de lo que es el arte. Algunos centran su esencia en la mimesis o imitación de la naturaleza; otros más bien en la plasmación pura y absoluta de la creatividad del artista sin que se deba buscar otro referente ni otra categoría de juicio más allá de esa creatividad, o, en el mejor de los casos, del contexto cultural y personal que contribuyó a su formación. En todo caso la pregunta por lo qué es el arte y cuál es su función permanece abierta; incluso su vinculación o no al placer y a la belleza han venido a ser puestas en cuestión.
Sin pretender ni por asomo solucionar en tan pocas líneas este problema, sí me gustaría proponer una aproximación al asunto desde el marco y la categoría del “encuentro”. Bien sea entendido como imitación de la naturaleza, bien como algo puramente creativo y nuevo, o bien como algo que tiene de parte y parte; parece posible decir que el arte es siempre algo que brota de una experiencia de encuentro del artista con la realidad aunque no sea más que lo que él considera su propia y exclusiva realidad interior.
Pero la categoría de “encuentro” es una categoría abierta y en el arte esto también queda manifiesto. La misma obra de arte —que como hemos visto es fruto de un encuentro—, cuando es verdaderamente una obra de arte, termina convirtiéndose —incluso más allá de la supuesta o real intención del artista— en propiciadora de nuevos encuentros. ¿Cuál si no es el sentido de que se exhiban las pinturas y esculturas en las galerías o que se ofrezcan conciertos de música o se presenten las obras de teatro o ballet?
Por eso para contemplar adecuadamente una obra de arte hay que aprender a encontrarse a través de ella con el artista que la creó y también con la experiencia que le dio origen y quizás, yendo aún más lejos —de la mano del artista y con los ojos del artista— con aquellos aspectos de la misma realidad con la que él se encontró en primer lugar y que con su arte es capaz de sacar a relucir para nosotros.
Escrito por Luis Fernando Gutiérrez Velásquez
http://www.ictys.org
XXX Peregrinación "Junto a María, sigamos construyendo la civilización del Amor"
Los días 18 y 19 de septiembre se realizará la XXXI Peregrinación Juvenil del NEA a la basílica de Nuestra Señora de Itatí con el lema: “Junto a María, sigamos construyendo la civilización del amor”.
Como todos los años, se espera la participación de miles de jóvenes en esta muestra de fe que es uno de los acontecimientos religiosos más destacados del país.
El domingo 19 a las 9.30 se celebrará la misa central en el atrio de la basílica, y a su término se conocerá un manifiesto en el que los jóvenes dirán su sentir ante la realidad social del país y del NEA.
Intenciones
En esta oportunidad, los peregrinos rezarán por la familia, las vocaciones, los jóvenes y la Patria de acuerdo con las siguientes intenciones:
Por la Familia: “María de Itatí Madre incondicional intercede por las familias, que es la célula de la sociedad, para que viviendo lo natural del amor, la unidad y la solidaridad transmita vida nueva al mundo”.
Por las vocaciones: “María del servicio, discípula de tu hijo, gracias por acompañar a los seminaristas y por este testimonio de decisión y valentía por su opción de proyecto de vida”.
Por los jóvenes: “Tierna Madre de Itatí te pedimos que sigas acompañando en la búsqueda de nuestros valores, que te expreses en nosotros con el gozo y la alegría de seguir construyendo juntos la civilización del amor”.
Por la Patria: “Virgen Peregrina acompaña el caminar de los jóvenes, para que sean ciudadanos que dejen sus huellas a seguir. Y que no dificulten el caminar de otros”.
Misa de envío
El viernes 17 a las 20 en la catedral de Corrientes se celebrará la misa de envío, en la que se bendecirán los calzados de los jóvenes que asistan, “para que el Señor y la Virgen de Itatí los fortalezcan durante la peregrinación”.
Gesto ciudadano
Este año se volverá a realizar el gesto ciudadano que se hizo el año pasado: dejar limpia la ruta y la banquina. Esta idea surgió como una posible solución al problema que se presentaba todos los años después de la peregrinación: la suciedad a lo largo del recorrido. El año pasado la propuesta de dejar limpio tuvo un excelente resultado.
Seminaristas
En agradecimiento por las vocaciones sacerdotales que han surgido desde que nació la diócesis de Corrientes y en el marco de su centenario, los seminaristas realizarán el gesto vocacional de peregrinar unidos a Itatí para agradecer a María su presencia a lo largo de todos estos años. Partirán a las 15 del sábado.
Para más información: www.pastoraljuvenilctes.com.+
Como todos los años, se espera la participación de miles de jóvenes en esta muestra de fe que es uno de los acontecimientos religiosos más destacados del país.
El domingo 19 a las 9.30 se celebrará la misa central en el atrio de la basílica, y a su término se conocerá un manifiesto en el que los jóvenes dirán su sentir ante la realidad social del país y del NEA.
Intenciones
En esta oportunidad, los peregrinos rezarán por la familia, las vocaciones, los jóvenes y la Patria de acuerdo con las siguientes intenciones:
Por la Familia: “María de Itatí Madre incondicional intercede por las familias, que es la célula de la sociedad, para que viviendo lo natural del amor, la unidad y la solidaridad transmita vida nueva al mundo”.
Por las vocaciones: “María del servicio, discípula de tu hijo, gracias por acompañar a los seminaristas y por este testimonio de decisión y valentía por su opción de proyecto de vida”.
Por los jóvenes: “Tierna Madre de Itatí te pedimos que sigas acompañando en la búsqueda de nuestros valores, que te expreses en nosotros con el gozo y la alegría de seguir construyendo juntos la civilización del amor”.
Por la Patria: “Virgen Peregrina acompaña el caminar de los jóvenes, para que sean ciudadanos que dejen sus huellas a seguir. Y que no dificulten el caminar de otros”.
Misa de envío
El viernes 17 a las 20 en la catedral de Corrientes se celebrará la misa de envío, en la que se bendecirán los calzados de los jóvenes que asistan, “para que el Señor y la Virgen de Itatí los fortalezcan durante la peregrinación”.
Gesto ciudadano
Este año se volverá a realizar el gesto ciudadano que se hizo el año pasado: dejar limpia la ruta y la banquina. Esta idea surgió como una posible solución al problema que se presentaba todos los años después de la peregrinación: la suciedad a lo largo del recorrido. El año pasado la propuesta de dejar limpio tuvo un excelente resultado.
Seminaristas
En agradecimiento por las vocaciones sacerdotales que han surgido desde que nació la diócesis de Corrientes y en el marco de su centenario, los seminaristas realizarán el gesto vocacional de peregrinar unidos a Itatí para agradecer a María su presencia a lo largo de todos estos años. Partirán a las 15 del sábado.
Para más información: www.pastoraljuvenilctes.com.+
sábado, 11 de septiembre de 2010
A 100 años de su Nacimiento ...
Madre Teresa de Calcuta (26 de agosto de 1910, Uskub, Imperio otomano (actual Skopje, República de Macedonia) – 5 de septiembre de 1997, Calcuta, India), nació como Agnes Gonxhe Bojaxhiu (se pronuncia: [aɡˈnɛs ˈɡɔndʒe bɔjaˈdʒiu]).
Fue una católica albanesa que se radicó durante décadas en la India, y fundó las Misioneras de la Caridad en 1950. Por más de cuarenta años sirvió a los pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, y fue también quien guió a su fundación en diversos países del mundo hasta pocos meses antes de su muerte. Tras su deceso, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, por lo que se le dio el título de Beata Madre Teresa de Calcuta.
Para la década del 70, ya era conocida internacionalmente teniendo una importante reputación humanitaria y considerada una gran defensora de los pobres e indefensos. En 1979 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, y un año después, en 1980 y en la India, uno de los más relevantes galardones civiles allí.
Ella ha sido elogiada por diferentes gobiernos, organizaciones y personas famosas, aunque debió atravesar varias críticas como las de Christopher Hitchens, Michael Parenti, Aroup Chatterjee y Vishva Hindu Parishad. A su vez, revistas médicas realizaron objeciones sobre el estado financiero de sus instituciones y su atención médica.
"Cuando alguien muere, podemos tener la certeza de que ha vuelto a su hogar, al lado de Dios. Ese también será nuestro lugar, al que tendremos que regresar un día... Todas las almas son valiosas a los ojos de Jesucristo, que pagó por su redención con su propia sangre... En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño."
"Usted se sorprenderá cuando le diga que en los barrios más pobres de muchas ciudades donde vivimos y trabajamos, al abordar a las personas que viven en casuchas, lo primero que nos piden no es pan ni ropa, pese a que muchas se están muriendo de hambre y andan casi desnudas. Nos piden que les enseñemos la Palabra de Dios. La gente tiene hambre de Dios. Anhela escuchar Su Palabra."
Fue una católica albanesa que se radicó durante décadas en la India, y fundó las Misioneras de la Caridad en 1950. Por más de cuarenta años sirvió a los pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, y fue también quien guió a su fundación en diversos países del mundo hasta pocos meses antes de su muerte. Tras su deceso, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, por lo que se le dio el título de Beata Madre Teresa de Calcuta.
Para la década del 70, ya era conocida internacionalmente teniendo una importante reputación humanitaria y considerada una gran defensora de los pobres e indefensos. En 1979 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, y un año después, en 1980 y en la India, uno de los más relevantes galardones civiles allí.
Ella ha sido elogiada por diferentes gobiernos, organizaciones y personas famosas, aunque debió atravesar varias críticas como las de Christopher Hitchens, Michael Parenti, Aroup Chatterjee y Vishva Hindu Parishad. A su vez, revistas médicas realizaron objeciones sobre el estado financiero de sus instituciones y su atención médica.
"Cuando alguien muere, podemos tener la certeza de que ha vuelto a su hogar, al lado de Dios. Ese también será nuestro lugar, al que tendremos que regresar un día... Todas las almas son valiosas a los ojos de Jesucristo, que pagó por su redención con su propia sangre... En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño."
"Usted se sorprenderá cuando le diga que en los barrios más pobres de muchas ciudades donde vivimos y trabajamos, al abordar a las personas que viven en casuchas, lo primero que nos piden no es pan ni ropa, pese a que muchas se están muriendo de hambre y andan casi desnudas. Nos piden que les enseñemos la Palabra de Dios. La gente tiene hambre de Dios. Anhela escuchar Su Palabra."
jueves, 9 de septiembre de 2010
El Milagro de las manos vacías
En mis años de seminarista me explicaron muchas veces que también en el mundo de las almas regía el viejo principio de que "nadie da lo que no tiene". Pero la verdad es que ahora - treinta años después- yo no estoy tan seguro. Y Creo que es más cierta la afirmación de Urs von Balthasar cuando escribe que "el privilegio del cristiano es poder dar más, infinitamente más, de lo que posee". Voy a ver si consigo explicarme.
Recuerdo aún hoy cuánto me escandalizó, en mis años de estudiante de teología, la conferencia de un sacerdote - un apóstol brillante y muy conocido en la España de entonces- que nos decía que no era necesario ser santos para ser eficaces apostólicamente. La idea me pareció entonces disparatada y me lo sigue pareciendo en el tono en el que aquel conferenciante lo decía: como si la inteligencia, la técnica oratoria, la picardía pudieran suplir a la santidad y al amor. Nunca he creído ni en la inteligencia ni en la técnica referidas al mundo de la gracia. Son, me parece, lo que la flanera al flan: que si se hace con huevos podridos, resultará incomible por muy buena que la flanera sea. Siempre me interesará más la carga interior de lo que se dice que los adjetivos con que se ornamenta. Aunque pienso también que unos contenidos serios exigen del orador o el apóstol tomarse muy en serio los métodos de transmisión. Pero sabiendo que son eso: simple métodos.
Sin embargo, en la idea hay una pizca de verdad y hay muchísima tal como Balthasar la formula. Y es que treinta años de ministerio me han enseñado, que uno puede dar mucho más de lo que personalmente tiene. Y esto por una razón elemental: en rigor, en el mundo de la gracia ningún hombre da nada. Dios es el único que puede dar, él solo. Y la experiencia de cualquier sacerdote o de cualquier cristiano es que, si él no pone demasiados obstáculos, Dios da a través de nosotros cosas que nosotros ni llegamos a sospechar. Es lo que Bernanos llamaba «el dulce milagro de las manos vacías», a través de las cuales puede pasar el torrente de Dios.
En el terreno sacramental esto es evidente., ¿qué son mis manos para absolver, qué mi palabra para consagrar? Alguien «funciona» dentro de mí para que eso «salga», como el vino sale de la botella sin que ella lo haya engendrado o fabricado.
Pero ocurre también en otros terrenos más misteriosos. ¿qué cristiano no ha sembrado esperanzas en días en que la creía perdida? ¿Cuántas veces hemos dado alegría a alguien y nos hemos alejado pensando que éramos nosotros quienes más la necesitábamos?
A veces te ocurren cosas misteriosas. Un día se acerca alguien a ti y te dice que desde hace veinte años se alimenta de una frase que tú le dijiste una vez. Tú preguntas de qué frase se trata. Y cuando te la dicen, tú jurarías que esa idea jamás pasó por tu cabeza, que la dijiste casualmente. Y mira por donde la flecha fue derecha al blanco que la necesitaba.
Cualquier sacerdote sabe que tal vez ha preparado una conferencia o una homilía con todo cuidado y que, de pronto, según está hablando, le sube a los labios una frase en la que ni había pensado. Y luego resulta que es precisamente la que alguien de los oyentes estaba necesitando.
A mí me ha ocurrido lo de venir un desconocido a darme las gracias por un articulo mío que ayudó a resolver en su casa una seria crisis. Y yo ni acordarme siquiera de haber escrito tal artículo o sobre ese tema. ¿Tengo un ángel custodio que escribe y firma con mi nombre artículos que yo no he elaborado? ¿O es que yo escribía de otra cosa, pero aquella familia --que necesitaba una respuesta- la encontró donde el autor no había ni pensado? ¡Vaya usted a saberlo!
No sé si todo esto que estoy contando será una herejía. Pero, al menos, a mí me sirve. Porque si tengo que esperar a ser santo para empezar a hablar a la gente de Dios, aún me estaría calladito. Y si sólo puedo escribir de la alegría cuando todo me va bien, me pasaría mi vida ayunando letras. Comprendo que tengo obligación de tener las manos llenas porque Dios se lo merece, pero no me desaliento cuando las veo vacías. Y me encanta la idea de ser un canuto a través del que Alguien, más importante que todos nosotros juntos, sopla. Y de tanto pasarme gracias por las manos, alguna se me pegará, digo yo.
Nuestro problema está, entonces, en ser buenos transmisores, volvernos transparentes, para que pueda verse detrás de nosotros al Dios escondido que llevamos dentro. Y luego repartir sin tacañerías lo poquito que tenemos - esa pizca de fe, esa esquirla de esperanza, esos gramos de alegría -, sabiendo que no faltará quien venga a multiplicarlo como el pan del milagro. Seguros de que la pequeña llama de una cerilla puede hacer un gran fuego. No porque la cerilla, sea importante, sino porque la llama es infinita.
JLM Descalzo
Recuerdo aún hoy cuánto me escandalizó, en mis años de estudiante de teología, la conferencia de un sacerdote - un apóstol brillante y muy conocido en la España de entonces- que nos decía que no era necesario ser santos para ser eficaces apostólicamente. La idea me pareció entonces disparatada y me lo sigue pareciendo en el tono en el que aquel conferenciante lo decía: como si la inteligencia, la técnica oratoria, la picardía pudieran suplir a la santidad y al amor. Nunca he creído ni en la inteligencia ni en la técnica referidas al mundo de la gracia. Son, me parece, lo que la flanera al flan: que si se hace con huevos podridos, resultará incomible por muy buena que la flanera sea. Siempre me interesará más la carga interior de lo que se dice que los adjetivos con que se ornamenta. Aunque pienso también que unos contenidos serios exigen del orador o el apóstol tomarse muy en serio los métodos de transmisión. Pero sabiendo que son eso: simple métodos.
Sin embargo, en la idea hay una pizca de verdad y hay muchísima tal como Balthasar la formula. Y es que treinta años de ministerio me han enseñado, que uno puede dar mucho más de lo que personalmente tiene. Y esto por una razón elemental: en rigor, en el mundo de la gracia ningún hombre da nada. Dios es el único que puede dar, él solo. Y la experiencia de cualquier sacerdote o de cualquier cristiano es que, si él no pone demasiados obstáculos, Dios da a través de nosotros cosas que nosotros ni llegamos a sospechar. Es lo que Bernanos llamaba «el dulce milagro de las manos vacías», a través de las cuales puede pasar el torrente de Dios.
En el terreno sacramental esto es evidente., ¿qué son mis manos para absolver, qué mi palabra para consagrar? Alguien «funciona» dentro de mí para que eso «salga», como el vino sale de la botella sin que ella lo haya engendrado o fabricado.
Pero ocurre también en otros terrenos más misteriosos. ¿qué cristiano no ha sembrado esperanzas en días en que la creía perdida? ¿Cuántas veces hemos dado alegría a alguien y nos hemos alejado pensando que éramos nosotros quienes más la necesitábamos?
A veces te ocurren cosas misteriosas. Un día se acerca alguien a ti y te dice que desde hace veinte años se alimenta de una frase que tú le dijiste una vez. Tú preguntas de qué frase se trata. Y cuando te la dicen, tú jurarías que esa idea jamás pasó por tu cabeza, que la dijiste casualmente. Y mira por donde la flecha fue derecha al blanco que la necesitaba.
Cualquier sacerdote sabe que tal vez ha preparado una conferencia o una homilía con todo cuidado y que, de pronto, según está hablando, le sube a los labios una frase en la que ni había pensado. Y luego resulta que es precisamente la que alguien de los oyentes estaba necesitando.
A mí me ha ocurrido lo de venir un desconocido a darme las gracias por un articulo mío que ayudó a resolver en su casa una seria crisis. Y yo ni acordarme siquiera de haber escrito tal artículo o sobre ese tema. ¿Tengo un ángel custodio que escribe y firma con mi nombre artículos que yo no he elaborado? ¿O es que yo escribía de otra cosa, pero aquella familia --que necesitaba una respuesta- la encontró donde el autor no había ni pensado? ¡Vaya usted a saberlo!
No sé si todo esto que estoy contando será una herejía. Pero, al menos, a mí me sirve. Porque si tengo que esperar a ser santo para empezar a hablar a la gente de Dios, aún me estaría calladito. Y si sólo puedo escribir de la alegría cuando todo me va bien, me pasaría mi vida ayunando letras. Comprendo que tengo obligación de tener las manos llenas porque Dios se lo merece, pero no me desaliento cuando las veo vacías. Y me encanta la idea de ser un canuto a través del que Alguien, más importante que todos nosotros juntos, sopla. Y de tanto pasarme gracias por las manos, alguna se me pegará, digo yo.
Nuestro problema está, entonces, en ser buenos transmisores, volvernos transparentes, para que pueda verse detrás de nosotros al Dios escondido que llevamos dentro. Y luego repartir sin tacañerías lo poquito que tenemos - esa pizca de fe, esa esquirla de esperanza, esos gramos de alegría -, sabiendo que no faltará quien venga a multiplicarlo como el pan del milagro. Seguros de que la pequeña llama de una cerilla puede hacer un gran fuego. No porque la cerilla, sea importante, sino porque la llama es infinita.
JLM Descalzo
Descalzarse para entrar en el otro
Una mañana, en el Retiro de Nazaret, meditando un anuncio me encontré con una expresión que resonó de una manera muy especial en mi corazón: “descalzarse para entrar en el otro”. Le pregunté al Señor qué significaba esto. Se me ocurrían palabras como respeto, delicadeza, cuidado, prudencia.
Me sentí impulsada a leer las palabras del Éxodo (3,5): “No te acerques más, sácate tus sandalias porque lo que pisas es un lugar sagrado”. Fueron las palabras de Yaveh a Moisés ante la zarza que ardía sin consumirse y pensé: “Si Dios habla al interior de mi hermano, su corazón es un lugar sagrado”.
No tardé en ponerme en oración Jesús me presentaba uno a uno a mis hermanos de comunidad y luego a otros, y descubrí cómo habitualmente entro en el interior de cada uno sin descalzarme, simplemente entro; sin fijarme en el modo, entro. Experimenté una fuerte necesidad de pedir perdón al Señor y a mis hermanos.
Sentí que el Señor me invitaba a descalzarme y luego a caminar. Inmediatamente experimenté una resistencia: “no quería ensuciarme”. Me resultaba más seguro andar calzada. Vi, entonces, dos cosas básicas que me impiden entrar descalza en los otros: la comodidad y el temor.
Vencido ese primer momento comencé a caminar y el Señor a cada paso iba mostrándome algo nuevo.
Advertí cómo descalza podía descubrir la alternativas del terreno que pisaba, distinguir lo húmedo y lo seco, el pasto de la tierra, necesitaba mirar a cada paso lo que pisaba, estar atenta al lugar donde iba a poner mi pie. Me di cuenta de cuántas cosas del interior de mis hermanos se me pasan por alto, las desconozco, no las tengo en cuenta por entrar calzada, con la mirada puesta en mí o dispersa en múltiples cosas.
Pude ver también cómo descalza caminaba más lentamente; no usaba mi ritmo habitual, sino tratando de pisar suavemente.
Donde mis zapatillas habían dejado marcas, mi pie no las dejaba. Pensé entonces: “¡Cuántas marcas habré dejado en el corazón de mis hermanos a lo largo del camino!”. Y experimenté un gran deseo de entrar entrar en los otros sin querer dejar un cartel que decía: “Aquí estuve yo”.
Por último fui atravesando distintos terrenos, primero el pasto, luego un camino de tierra hasta llegar a una subida y con piedras. Sentí deseos ya de detenerme y volver a calzarme, pero el Señor me invitó a caminar descalza un poquito más. Adevertí que no todos los terrenos son iguales y no todos mis hermanos son iguales.
Por tanto, no puedo entrar en todos de la misma manera. Esta subida me exigía caminar aún más lentamente y cuanto más suavemente pisaba, el dolor de mis pies era menor.
Esto me decía: “cuanto más difícil sea el terreno del interior de mi hermano, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar”.
Después de este recorrido con el Señor pude ver claramente que descalzarme es entrar sin perjuicios, atenta a la necesidad de mi hermano, sin esperar una respuesta determinada, es entrar sin interés, despojada de mi alma.
Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de mis hermanos, es que me comprometo a detenerme, descalzarme y entrar en cada uno como en un lugar sagrado.
Cuanto, Señor, para ello con tu gracia.
Me sentí impulsada a leer las palabras del Éxodo (3,5): “No te acerques más, sácate tus sandalias porque lo que pisas es un lugar sagrado”. Fueron las palabras de Yaveh a Moisés ante la zarza que ardía sin consumirse y pensé: “Si Dios habla al interior de mi hermano, su corazón es un lugar sagrado”.
No tardé en ponerme en oración Jesús me presentaba uno a uno a mis hermanos de comunidad y luego a otros, y descubrí cómo habitualmente entro en el interior de cada uno sin descalzarme, simplemente entro; sin fijarme en el modo, entro. Experimenté una fuerte necesidad de pedir perdón al Señor y a mis hermanos.
Sentí que el Señor me invitaba a descalzarme y luego a caminar. Inmediatamente experimenté una resistencia: “no quería ensuciarme”. Me resultaba más seguro andar calzada. Vi, entonces, dos cosas básicas que me impiden entrar descalza en los otros: la comodidad y el temor.
Vencido ese primer momento comencé a caminar y el Señor a cada paso iba mostrándome algo nuevo.
Advertí cómo descalza podía descubrir la alternativas del terreno que pisaba, distinguir lo húmedo y lo seco, el pasto de la tierra, necesitaba mirar a cada paso lo que pisaba, estar atenta al lugar donde iba a poner mi pie. Me di cuenta de cuántas cosas del interior de mis hermanos se me pasan por alto, las desconozco, no las tengo en cuenta por entrar calzada, con la mirada puesta en mí o dispersa en múltiples cosas.
Pude ver también cómo descalza caminaba más lentamente; no usaba mi ritmo habitual, sino tratando de pisar suavemente.
Donde mis zapatillas habían dejado marcas, mi pie no las dejaba. Pensé entonces: “¡Cuántas marcas habré dejado en el corazón de mis hermanos a lo largo del camino!”. Y experimenté un gran deseo de entrar entrar en los otros sin querer dejar un cartel que decía: “Aquí estuve yo”.
Por último fui atravesando distintos terrenos, primero el pasto, luego un camino de tierra hasta llegar a una subida y con piedras. Sentí deseos ya de detenerme y volver a calzarme, pero el Señor me invitó a caminar descalza un poquito más. Adevertí que no todos los terrenos son iguales y no todos mis hermanos son iguales.
Por tanto, no puedo entrar en todos de la misma manera. Esta subida me exigía caminar aún más lentamente y cuanto más suavemente pisaba, el dolor de mis pies era menor.
Esto me decía: “cuanto más difícil sea el terreno del interior de mi hermano, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar”.
Después de este recorrido con el Señor pude ver claramente que descalzarme es entrar sin perjuicios, atenta a la necesidad de mi hermano, sin esperar una respuesta determinada, es entrar sin interés, despojada de mi alma.
Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de mis hermanos, es que me comprometo a detenerme, descalzarme y entrar en cada uno como en un lugar sagrado.
Cuanto, Señor, para ello con tu gracia.
Gay: otra visión
¡Buen día! Con motivo de la promulgación de la ley sobre matrimonio homosexual los medios de comunicación se llenaron de escenas favorables a la decisión del Congreso Nacional. Al menos en lo que respecta a los medios audiovisuales. En esto, Canal 7 -el canal que es del Estado y que no debiera ser usado como medio cautivo del gobierno- ha desplegado todo su potencial.
Las expresiones mediáticas a favor de la familia tradicional fueron escasas, y no siempre reproduciendo los mejores argumentos. Hoy quisiera compartir un testimonio, aparecido como carta de lectores en el diario “La Nación”. Lo firma Fernando Navarro y da su correo electrónico: fernando.navarro@ live.com.ar. Me pareció valiente de su parte. Aquí va: “Me llamo Fernando, tengo 34 años y soy gay. Podría dar argumentos filosóficos y psicológicos para explicar por qué tener relaciones homosexuales no es bueno, pero con la fe me alcanza”. “La Biblia da las razones por las que los homosexuales debemos vivir la castidad. Ellas se pueden ver en numerosos pasajes de las Sagradas Escrituras, pero, para no aburrir, citaré dos fundamentales: el Génesis 19, 1-29, con la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la Primera Carta de San Pablo a los Romanos 1,24-27”. “En esta sociedad hedonista en la que hablar de sufrimiento es casi un tabú, en la que se lo trata de ignorar -como si de él no se pudiera sacar ningún provecho-, muchas veces me siento solo y sufro porque no tengo vocación de celibato (no tengo vocación ni de sacerdote ni de consagrado)”. “Sin embargo, vivo con esperanza porque Jesús nos dedicó a todos los que sufrimos una de sus bienaventuranzas: “Felices los afligidos, porque serán consolados”. (Mt 5,4)”. “Con esta esperanza, prefiero vivir casto durante 40, 50 años o los que me toque vivir si con eso llego aunque sea un día antes al cielo. Y tal vez esta sea mi vocación: dar testimonio de que, con la oración y la gracia de Dios, es posible vivir en la tierra, pero mirando el cielo”. No todos lo entenderán. Muchos, sí. Es bastante. ¡Hasta mañana!
P. José Ceschi
http://www.diarionorte.com/noticia.php?numero=54291
Las expresiones mediáticas a favor de la familia tradicional fueron escasas, y no siempre reproduciendo los mejores argumentos. Hoy quisiera compartir un testimonio, aparecido como carta de lectores en el diario “La Nación”. Lo firma Fernando Navarro y da su correo electrónico: fernando.navarro@ live.com.ar. Me pareció valiente de su parte. Aquí va: “Me llamo Fernando, tengo 34 años y soy gay. Podría dar argumentos filosóficos y psicológicos para explicar por qué tener relaciones homosexuales no es bueno, pero con la fe me alcanza”. “La Biblia da las razones por las que los homosexuales debemos vivir la castidad. Ellas se pueden ver en numerosos pasajes de las Sagradas Escrituras, pero, para no aburrir, citaré dos fundamentales: el Génesis 19, 1-29, con la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la Primera Carta de San Pablo a los Romanos 1,24-27”. “En esta sociedad hedonista en la que hablar de sufrimiento es casi un tabú, en la que se lo trata de ignorar -como si de él no se pudiera sacar ningún provecho-, muchas veces me siento solo y sufro porque no tengo vocación de celibato (no tengo vocación ni de sacerdote ni de consagrado)”. “Sin embargo, vivo con esperanza porque Jesús nos dedicó a todos los que sufrimos una de sus bienaventuranzas: “Felices los afligidos, porque serán consolados”. (Mt 5,4)”. “Con esta esperanza, prefiero vivir casto durante 40, 50 años o los que me toque vivir si con eso llego aunque sea un día antes al cielo. Y tal vez esta sea mi vocación: dar testimonio de que, con la oración y la gracia de Dios, es posible vivir en la tierra, pero mirando el cielo”. No todos lo entenderán. Muchos, sí. Es bastante. ¡Hasta mañana!
P. José Ceschi
http://www.diarionorte.com/noticia.php?numero=54291
domingo, 5 de septiembre de 2010
Ordenación de Moises
“ARRAIGADOS Y EDIFICADOS EN CRISTO, FIRMES EN LA FE” (Cf. Col 2,7)
Mensaje del Santo Padre, Benedicto XVI, para la Jornada Mundial de la Juventud 2011
(6 de agosto de 2010, Fiesta de la Transfiguración del Señor)
Queridos amigos
Pienso con frecuencia en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en el 2008. Allí vivimos una gran fiesta de la fe, en la que el Espíritu de Dios actuó con fuerza, creando una intensa comunión entre los participantes, venidos de todas las partes del mundo. Aquel encuentro, como los precedentes, ha dado frutos abundantes en la vida de muchos jóvenes y de toda la Iglesia. Nuestra mirada se dirige ahora a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011. Ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela. Ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2, 7). Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal. Además, quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.
Leer más:
http://www.aica.org/docs_blanco.php?id=599
(6 de agosto de 2010, Fiesta de la Transfiguración del Señor)
Queridos amigos
Pienso con frecuencia en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en el 2008. Allí vivimos una gran fiesta de la fe, en la que el Espíritu de Dios actuó con fuerza, creando una intensa comunión entre los participantes, venidos de todas las partes del mundo. Aquel encuentro, como los precedentes, ha dado frutos abundantes en la vida de muchos jóvenes y de toda la Iglesia. Nuestra mirada se dirige ahora a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011. Ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela. Ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2, 7). Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal. Además, quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.
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http://www.aica.org/docs_blanco.php?id=599
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