martes, 12 de mayo de 2009
Amor y sexo
¡Buen día! “La sexualidad y el amor son dos fenómenos que van juntos, pero que no deben confundirse. La sexualidad es posible sin el amor, y éste puede desarrollarse sin la sexualidad”. Lo dice una bien pensada página de Peter Lauster.
Como sospecho que a usted también le interesa el tema, sigo transcribiendo lo que dice:
“El que sólo desarrolla su sexualidad sin desarrollar al mismo tiempo su capacidad de amar, nunca podrá encontrar una satisfacción total, y siempre le quedarán residuos de frustración.
La capacidad de amar debería estar desarrollada antes de que llegue la madurez sexual, y no debería perderse más. Una vez conseguida, la sexualidad sin el amor es una simple satisfacción del instinto, porque falta la felicidad interior.
Primero es el amor y, a través de él, la sexualidad va más allá del simple instinto, para terminar convirtiéndose en algo lleno de sentido y espiritualmente satisfactorio. Por el contrario, si primero aparece el afán sexual, sin acudir al amor, todo queda en una vivencia sin brillo ni alegría, sin ningún sentimiento de felicidad.
Sin el amor no puede solucionarse ningún problema sexual. Sólo el amor crea las premisas necesarias para que la sexualidad gane en belleza, claridad y alegría interior.
En las relaciones en las que existe el amor, la estimulación sexual no juega ningún papel dominante, porque la sexualidad salta de manera automática sin que tenga que intervenir la razón con sus programas prefabricados. Partiendo del amor y sólo del amor es como se conoce la técnica sexual más apropiada para cada situación.
El amor es creativo y encuentra en cada momento lo más acertado al caso. Existiendo amor, la sexualidad viene por si sola y es bonita. Si sólo existe la sexualidad sin el amor faltará también todo tipo de relación con la belleza, la alegría, la felicidad profunda, la. seguridad, el sentimiento de satisfacción y la belleza de la vida: faltará el sentido de las cosas”. Por supuesto, para nosotros los cristianos, todo esto tiene sentido pleno en el marco de la relación matrimonial. No estamos estimulando aquí las relaciones “pre”... ni nada que se les parezca.
¡Hasta mañana!
Padre José Ceschi
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