domingo, 12 de abril de 2009
Estar enamorados ...
¡Buen día! Un saludo afectuoso para la gente joven. ¡No me digas que no tenés a mano el hermoso poema de Francisco Luis Bernárdez: “Estar enamorado”! Aquí está, amontonado pero completo. Para que lo disfrutes ..
“Estar enamorado, amigos, es encontrar el nomber justo de la vida. Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa. Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva. Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba. Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira. Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas. Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira. Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida. Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía. Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos, es descubrir donde se juntan cuerpo y alma. Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama. Es vere l mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia. Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama. Es entender la pensativa conversión del corazón y la distancia. Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de la noche y los días. Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas. Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia. Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegria. Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita. Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas. Es liberarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas. Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura. Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna. Es comprobar en cuerpo y alma qeu la tarea de ser hombre es menos dura. Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver a decir nunca. Y es, además, amigos míos, estar seguros de tener las manos puras”.
P. José Ceschi
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