¡Buen día! A los sacerdotes nos viene bien mirar un poco hacia adentro para reencontrar allí lo que Dios puso un día con amor: la vocación sacerdotal. Esta página que sigue pertenece el brasileño Luis Homero y está en su libro “Encuentro” Se la dedico a los amigos sacerdotes. Y a quienes están pensando que, tal vez, un día pueden serlo:
“Un día ¡qué día bonito¡ los compromisos solemnes. Cuidar de los enfermos. Ayudar a los pobres. Enseñar a todos. Qué fiesta bonita: era la fiesta del Cielo. La novia era la Iglesia, el padrino era Dios.
Y en el momento imperecedero, cuando se da la mutación del sueño en luz, cuando las palabras de la consagración transforman el pan y el vino en el verdadero Cuerpo y sangre de Jesús, hay otra transubstanciación que se opera en el canto inaudible de Dios repercutiendo en el corazón del templo. Es la transubstanciación en la esencia de tu vida: la alegría temporal por la alegría inmortal.”El amor del mundo por el amor al mundo.
Pero tendrás la recompensa: cumpliendo bien tu destino y renovando tus votos, en el nacer de cada sol, terminarás caminando con el sol para unirte en el horizonte supremo. Allí, en posesión de la visión mayor, cuando pudieres vislumbrar la Luz, quedarás extasiado viendo que los rayos luminosos parten de la sonrisa complacida de Jesús.”
¿Conoce alguna buena oración por las vocaciones? Aquí le arrimo una de Juan Pablo II, para que la rece sobre todo la gente joven:
“Señor Jesús. que has llamado a quien has querido, llama a muchos de nosotros a trabajar por tí, a trabajar contigo.
Tú que has iluminado con tu palabra a los que has llamado, ilumínenos con el don de la fe en ti.
Tú que los has sostenido en las dificultades, ayúdanos a vencer nuestras dificultades de jóvenes de hoy.
Y si llamas a alguno de nosotros, para consagrarlo todo a ti, que tu amor aliente esta vocación desde el comienzo y la haga crecer y perseverar hasta el fin?”Amén,
P.JCeschi
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