domingo, 5 de julio de 2009

¿Moral triste?

Buen día! En tiempos de Jesús, los judíos tenían que observar 613 preceptos. No todos tenían la misma importancia, pero sólo unos pocos entendidos estaban en condiciones de establecer un orden de prioridad más o menos razonable.



La inmensa mayoría debía soportar una carga tan pesada que resultaba imposible de llevar.
Ante esta situación, Jesús realiza una convocatoria al alivio y al descanso: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga liviana” (Mt 11, 28-30).
“El legalismo de los maestros judíos era un peso agobiante, un yugo insoportable, que originaba una religión triste y una moral estéril. En cambio la ley de Cristo es yugo llevadero y carga ligera, porque su clima es la amistad, que genera alegría y confianza. No obstante, la levedad del yugo de Jesús no significa que exija menos que los rabinos judíos. Al contrario, exige más, como vemos en el discurso del monte. Pero de otra manera; porque Jesús no es un mesías despótico, sino manso y humilde de corazón, como anunciaron los profetas” (Zac 9,9)”.
Lo dice Basilio Caballero en un bien documentado libro que recomiendo: “La palabra cada día”. Sugiero seguir leyendo:
“No cabe duda, Jesús reprobó la religión de su tiempo, que imponía una dura disciplina a los hombres, sin comunicarles la alegría de la salvación. Por desgracia tal religión y moral sin alegría no han muerto del todo. Todavía hay quienes confunden el mensaje evangélico de Cristo, que es buena nueva de salvación, donación de vida y de filiación divina, libertad y gozo, solidaridad y amor fraterno, con un cúmulo de leyes, mandatos, prohibiciones, amenazas y temores al castigo de Dios.
Tal moralismo es negativo, porque, en vez de suscitar la alegría de una buena noticia, produce tristeza y angustia, cumplimiento ritualista y pesimismo, sentido derrotista y moral de esclavos que cargan con un pesado fardo...”
¡Hasta mañana!

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